Santos del mes de enero
ENERO
01: LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS: Octava de Navidad.
02: SAN BASILIO MAGNO, 330-379
02: SAN GREGORIO DE NACIANZO, 329-390
04: SANTA ISABEL ANA SETON, 1774-1821
06: SANTOS REYES MAGOS. Epifanía
07: SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT
10: SAN JUAN NEPOMUCENO NEUMANN 1811-1860
10: FÉLIX DE JESÚS ROUGIER, M.Sp.S. 1859-1938
13: SAN HILARIO DE POITIERS, 315-367
17: SAN ANTONIO, el ermitaño. 251-356
20: SAN FABIÁN, Papa y mártir. 250
20: SAN SEBASTIÁN, Mártir. Martirizado hacia el año 304 en Roma.
21: SANTA INÉS, mártir. 304
22: SAN VICENTE, Diácono y mártir
24: SAN FRANCISCO DE SALES, Obispo y Doctor de la Iglesia. 1567-1622
25: CONVERSIÓN DE SAN PABLO, Apóstol
26: SAN TIMOTEO, obispo, [discípulo de San Pablo].
26: SAN TITO, [Discípulo de San Pablo], obispo de Creta.
27: SANTA ÁNGELA MERICI 1474-l540
28: SANTO TOMAS DE AQUINO, presbítero y doctor de la Iglesia. 1226-1274
31: SAN JUAN BOSCO, 1815-1888
01: LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS: Octava de Navidad.
Para entender bien la fiesta de hoy, debemos leer y meditar lo que escribe el Papa Pablo VI, al principio de su exhortación apostólica, "El Culto Mariano": "En la nueva disposición del período de Navidad, nos parece que la atención común se debe dirigir a la renovada solemnidad de la maternidad de María". Esta, fijada en el día lo. de enero según una antigua sugerencia de la liturgia de Roma; está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre santa, por la cual merecimos recibir al autor de la vida, es asimismo, ocasión propicia para renovar la adoración al recién nacido Príncipe de la Paz; para escuchar de nuevo el jubiloso anuncio angélico (Lc 2, 14), para implorar de Dios, por mediación de la reina de la Paz, el don supremo de la paz. Por eso, en la feliz coincidencia de la octava de Navidad con el principio del nuevo año, hemos instituido la "Jornada Mundial de la Paz", que goza de creciente adhesión y que está haciendo madurar frutos de paz en el corazón de tantos hombres. (N.5).
Para el papa Pablo VI vale ciertamente la bienaventuranza de Cristo en el sermón de la montaña: "Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mt 5,9).
¡Cuánto hizo él en sus mensajes, viajes y esfuerzos continuos por la paz del mundo! Sin duda en este siglo XX todos los sumos pontífices han sido hombres ejemplares, que querían construir puentes de paz (pontífice significa "constructor de puentes"). Pensemos también en el papa Juan XXIII y su encíclica "Pacem in terris" (Paz en la Tierra).
Los documentos de los sumos pontífices escriben bien claro que la paz llegará al mundo sólo por Cristo. Si no se tributa la gloria debida a Dios, si no se respetan los derechos divinos en el orden natural y sobrenatural, ¿cómo se puede esperar alguna seguridad para los derechos humanos?.
Según el profeta Jeremías (Jer 6, 14): Los falsos profetas, que quebrantan al pueblo de Dios gritan: "¡Paz, paz!", cuando no había paz. Para ellos y los impíos vale la profecía del salmo: "En cambio los mundanos serán como la paja barrida por el viento" (Salmo 1). "Sólo Cristo es nuestra paz" (Ef 2, 14) y el dogma de su verdadera encarnación y de la dignidad de María como verdadera "Madre de Dios" (Concilio de Éfeso, año 431) y "Madre de la Iglesia", es el fundamento para una "civilización de amor" (Documento de Puebla).
La Iglesia empieza el año nuevo de muy diferente forma que el mundo secularizado; prácticamente ignora las fechas del año civil, en cuanto expresa un continuo circuito sin fin de años. Para la Iglesia empezó con Cristo un tiempo totalmente nuevo, que continúa hacia una sola fecha: la última venida gloriosa del Señor, al fin del mundo. la felicidad cristiana no se debe fijar en los bienes relativos y perecederos, sino en el único bien absoluto del hombre "peregrino": su unión con Cristo y el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, por medio de la fe, una fe tan grande e incondicional, como la de María en su peregrinación difícil y dolorosa por este mundo.
Para la fiesta de hoy podemos meditar lo que dice el Concilio Vaticano II en su constitución dogmática sobre la Iglesia, número 68, acerca de María.
"Entre tanto, la Madre de Jesús, así como ya glorificada en los cielos en cuerpo y en alma es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo, así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor (2 Pedro 3, 10), antecede con su luz al pueblo de Dios peregrinante, como signo de segura esperanza y de consuelo".
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por la fecunda virginidad de María diste al género humano el don de la salvación eterna, concédenos sentir la intercesión de aquélla por quien recibimos al autor de la vida, Jesucristo, Señor nuestro. Que vive y reina contigo... Amén.
Según el plan de Dios, en María "todo está referido a Cristo y todo depende de él" (Mc 25). Su existencia entera es una plena comunión con su Hijo. Ella dio su sí a ese designio de amor: Libremente lo aceptó en la anunciación y fue fiel a su palabra hasta el martirio del Gólgota. Fue la fiel acompañante del Señor en todos sus caminos, La maternidad divina la llevó a una entrega total. Fue un don generoso, lúcido y permanente. Anudó una historia de amor a Cristo íntima y santa, única, que culmina en la gloria. Doc. de Puebla, n. 292.
02: SAN BASILIO MAGNO, 330-379
El cielo me otorgó una gracia invaluable al darme por amigo uno de los hombres más sabios y más eruditos. Si se desea Saber a quién me refiero, sólo necesito decir que Basilio es el hombre más importante de nuestro siglo". Esto escribía Gregorio de Nacianzo, su paisano y compañero de lucha. En Cesarea de Capadocia, los dos jóvenes se habían encontrado por primera vez y los mismos ideales elevados habían consolidado su unión amistosa.
En el año 356, a los 26 años de edad, Basilio fue bautizado y se encargó de la cátedra de su padre fallecido. Los oyentes acudieron en masa, y la provincia del Ponto le hizo ofrecimientos lisonjeros; parecía asegurado que iba a destacar rápida y brillantemente. Pero al año abandonó Cesarea para pedir consejo a los maestros de la vida interior, los monjes de Egipto.
Sin titubear le ofrecieron una celda y participó en su comunidad como si quisiera quedarse para siempre. Al regresar a casa, se llevó consigo el fruto de su estancia entre los monjes: su autodisciplina, su alegría y su firmeza en profesar la fe. Cuando, a fines del año 359, instaló una ermita en las montañas, pronto acudieron algunos discípulos.
Entre ellos llegó Gregorio de Nacianzo, el cual, en años posteriores, recordaría con añoranza las "horas doradas y felices" pasadas allí: "¡Qué grata era la paz que unía a los hermanos, su empeño serio y sagrado, la peregrinación constante del espíritu hacia Dios, el canto nocturno de los salmos y la meditación callada, el estudio de la Revelación y los trabajos corporales realizados con ese espíritu: cargar leña, acarrear material de construcción, cuidar el jardín, plantar arboles, regar la siembra"
Como vemos, Basilio no quería conventos gigantescos como en otros lugares. Su comunidad conventual alternaba armoniosamente el trabajo corporal, el estudio y la oración.
En una obra legal amplia, de 55 reglas principales y 313 prescripciones menores, creó una constitución conventual que se ha conservado hasta nuestros días en el Oriente. Pero sus conventos no sólo debían cuidar la obra difícil de la santificación propia, sino tenían que irradiar también la santidad en el apostolado. Por eso incluyó la educación de la juventud en la jornada de la vida conventual.
Basilio se ganó la confianza del pueblo por la rectitud de su vida, por su actitud impávida frente a los numerosos abusos de los funcionarios romanos militares y aduanales, por su lucha contra la heterodoxia arriana y por su acción decisiva durante el periodo de hambre de los años 367-368.
Al morir el arzobispo Eusebio el año 370, unánimemente fue elegido Basilio para sucederle, aunque los arrianos echaron mano de todos los medios para evitar su elevación. Sabían lo que estaba en juego: al arzobispado de Cesarea le estaban supeditados 50 obispados. Ya antes, con su palabra y publicaciones, había luchado por la unidad de la fe y el vigor moral del Evangelio.
Durante los nueve años de su cargo, Basilio se convirtió en el gran orador y escritor a cuya influencia nadie se pudo sustraer. De nuevo, como en los tiempos del hambre, creó una obra magnífica de ayuda a pobres y enfermos. Cuando, a sus instancias, cada comunidad estaba provista de un hospital y de un asilo, como punto central de todos los esfuerzos caritativos fundó una ciudad de beneficencia con amplias construcciones, escuelas, hospitales y empresas económicas propias. El mismo radicaba allí, en su obra preferida, para estar cerca de todos los que sufrían. Allí lo visitaban sus numerosos amigos del mundo oriental. Allí lo alcanzó la muerte el 1o. de enero del año de 379.
Aún se conservan sus discursos, cartas y poemas. Nos dicen, en forma más llamativa que una lápida ostentosa, la magnitud excelsa de un ser humano que nunca perdió de vista la meta eterna y la honra de Dios.
El pan que no necesitas es el pan que le falta al pobre. El vestido que cuelga en tu armario es la ropa que necesita el desnudo. Los zapatos que no llevas son los zapatos de los que andan descalzos. El dinero que tienes encerrado y guardado es el que falta a los más indigentes". Pensamiento de san Basilio Magno.
San Basilio. Con ocasión del XVI centenario de su muerte (Juan Pablo II)
02: SAN GREGORIO DE NACIANZO, 329-390
Nace el año 329 de padres piadosos, en Capadocia. Su padre fue elegido obispo de la ciudad de Nacianzo y tiene cuidado de que su hijo sea educado en las mejores escuelas y academias de la antigüedad.
Casi diez años pasó Gregorio en Atenas, como estudiante y allí cultivó una fiel amistad con Basilio y desarrolló, a la vez, su capacidad para la poesía, literatura y retórica. No cedió a la tentación de vivir entre la vanidad de oradores y filósofos, sino que promovió una profunda vida religiosa, junto con su amigo Basilio.
Al regresar a Nacianzo recibió, de su propio padre, el bautismo y, algo más tarde, la ordenación sacerdotal para poder ayudar a su padre en la pastoral de la diócesis.
Como estaba vacante una diócesis en Asia Menor, su amigo Basilio, ya obispo, lo promovió a la dignidad episcopal de esta sede.
Gregorio no cumplió con este compromiso y huyó a la soledad de la vida, de ermitaño. Por su gran erudición teológica y sus claros conocimientos en la discutida Cristología de los primeros siglos, fue escogido por el Concilio de Constantinopla del año 381, como obispo de esa metrópoli. Su carácter, demasiado sensible, no soportó las dificultades de la administración de una diócesis. Por segunda vez, renunció a su cargo episcopal y se retiró a Arianz, donde se dedicó a la meditación de los misterios de Dios.
Cuando murió, en el año 390, nos dejó 44 sermones y 244 cartas, que tratan, en especial, sobre la verdadera divinidad y humanidad de Cristo, sobre la divinidad del Espíritu Santo y la dignidad de la Virgen como Madre de Dios.
Su inspiración poética nos regaló unos 400 poemas. Sus sermones y escritos dejaron un tesoro de testimonio ortodoxo, en un tiempo de mucha confusión y lucha Con Basilio y el hermano menor de Basilio, que se llama Gregorio de Nisa, los tres recibieron el título de "los Tres Capadocios".
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has iluminado a tu Iglesia con el ejemplo y la doctrina de los santos Basilio y Gregorio, haznos humildes para comprender tu verdad y danos tu amor para ajustar a ella toda nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
La Eucaristía es, por encima de todo, un sacrificio: sacrificio de redención y, al mismo tiempo sacrificio de la nueva alianza, como creemos y como claramente profesan las Iglesias oriental es: 'El sacrificio actual -afirmó hace siglos la Iglesia griega- es como aquél que un día ofreció el unigénito 'verbo encarnado, y es ofrecido (hoy como entonces) por él, que es el mismo y único sacrificio' ". Juan Pablo II, El Misterio y el Culto de la Eucaristía, n.9.
04: SANTA ISABEL ANA SETON, 1774-1821
Para los católicos de los Estados Unidos, el día de hoy es una fiesta de importancia. El papa Juan XXIII beatificó en 1963, a la primera mujer católica nacida en los Estados Unidos: Isabel Ana
Bayley. Nació en Nueva York el 28 de agosto de 1772, es decir, en la época revolucionaria de los Estados Unidos, murió a la edad de 46 años y fue madre de 5 hijos. Sus padres eran miembros de la iglesia episcopaliana. También ella fue bautizada y educada en esta rama del protestantismo.
De los valores evangélicos, que el Concilio Vaticano II reconoció en los hermanos separados, Isabel supo aprovechar los conocimientos bíblicos. Sabemos que estos estudios estuvieron bastante descuidados entre los seglares católicos. También el protestantismo dio mucha importancia a la oración personal y a la formación de una conciencia según el sermón de las bienaventuranzas.
El doctor Bayley, padre de nuestra santa, no era muy adicto al templo episcopaliano, pues le aburrían sobremanera los sermones. En cambio, era hombre sumamente caritativo y este ejemplo influyó posteriormente en su hija. Su madre murió cuando Isabel contaba apenas 3 años. Al año siguiente moría también una de sus hermanas. Por las memorias de Isabel conocemos el vacío enorme que dejaron estas dos muertes en su vida.
A los 19 años, Isabel era considerada una de las muchachas más bellas de Nueva York, no sólo por sus cualidades externas, sino también por su belleza interior, que se reflejaba en todo su ser.
Se casó con un rico negociante llamado William Magge Seton. La pareja procreó 5 hijos, pero a los 30 años Isabel quedó viuda. Su esposo habla tenido diversos fracasos económicos, enfermó gravemente a consecuencia de una tuberculosis y murió.
Durante un viaje que realizo por Italia en compañía de su esposo pocos meses antes de su muerte tuvo oportunidad de conocer el catolicismo más de cerca. Pudo apreciar tres elementos básicos de la verdadera Iglesia de Cristo:
-La presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento
-la devoción a María santísima como verdadera Madre de Dios
-el fundamento apostólico de la Iglesia Romana en el Papa como vicario visible de Cristo sobre la tierra.
En marzo de 1805 aceptó con sus hijos la fe católica. Algunos de sus parientes y amigos episcopalianos la rechazaron. Para poder mantener a sus hijos, abrió una escuela católica en Boston. Su dinamismo la impulsó también a fundar la primera comunidad de las "Hermanas de la Caridad" en los Estados Unidos y el primer orfanato católico de esa nación.
Para ella el camino de la santidad estuvo acompañado de intensos sufrimientos: Perdió a dos de sus jóvenes hijas, sufrió el dolor de tener un hijo descarriado y soportó enfermedades, calumnias y dificultades económicas. Se puede decir que no hubo sufrimiento por el cual no hubiera pasado valientemente esta mujer, que entregó su vida al Señor el 4de enero de 1821.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que bendijiste a santa Isabel Ana Seton con los dones de tu gracia como esposa, madre, educadora y Fundadora, y la preparaste así, para que su vida se convirtiera en servicio de tu pueblo, concédenos por su ejemplo e intercesión, que nosotros también aprendamos a expresar nuestro amor por ti amando a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Los fieles deben conocer la naturaleza íntima de todas las creaturas, su valor y su ordenación a la gloria de Dios y, además deben también ayudarse entre si mediante las actividades de esta vida, para lograr una existencia más santa de suerte que el mundo se impregne del espíritu de Cristo y alcance más eficazmente su fin en la justicia, la caridad y la paz. Concilio Vaticano II. "Lumen Gentium'; n. 36.
06: SANTOS REYES MAGOS. Epifanía
Desde tiempo inmemorial, el recuerdo de los "Santos Reyes Magos" está unido a la fiesta de la "manifestación del Señor". Fueron aquellos magos de Oriente que, como primeros mensajeros del mundo pagano tributaron homenaje al Hijo de Dios, recién nacido. Mateo es el único de los cuatro evangelistas que nos informa de aquel suceso maravilloso y su relato es tan sencillo y conmovedor, que ante él sale sobrando cualquier explicación.
Pero, ¿quiénes eran aquellos magos? Lejos de los pastizales de Belén estaban las grandes ciudades y los inconmensurables reinos orientales, donde el ser humano mucho antes de nuestra era había creado culturas florecientes, cuyas ruinas descubiertas, despiertan asombro y admiración. En estos recintos sagrados y majestuosos, los sacerdotes de la casta de la nobleza, guardaban un secreto conocimiento astrológico y las ideas mágico religiosas de sus pueblos.
Probablemente sabían de la esperanza devota del judaísmo, de que algún día vendría el "Rey Mesías" para liberar a su pueblo de toda esclavitud y de todo pecado. Un día, los nobles peregrinos de Asia, atraídos por la estrella descubierta en el horizonte y movidos por la gracia del salvador del mundo, se lanzaron a una aventura llena de peligros.
Llegaron a Jerusalén y a Belén, más o menos un año después del nacimiento del Hijo de Dios. Encontraron a la Sagrada Familia en la casa sobre la cual se detuvo la estrella. Con gran alegría se hincaron ante el niño y le ofrecieron sus regalos: oro, incienso y mirra.
Según la costumbre oriental; reconocieron al Niño Jesús como soberano espiritual de ellos y de sus pueblos. Había terminado la peregrinación que emprendieran también como representantes de todos nosotros, los fieles que descendemos de todos los pueblos paganos del mundo. Ni siquiera conocemos los nombres de los magos El pueblo llamó a aquellos hombres, llegados del lejano Oriente los "tres reyes" a partir del siglo sexto, aunque sea poco probable que hayan sido reyes de sus países, en el sentido propio de la palabra. La Edad Media les dio nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar haciéndolos pasar por los representantes de las diferentes edades de la vida, de los continentes y de las razas humanas y festejándolos en peregrinaciones y juegos. Desde que en 1164 el canciller Reinaldo Von Dassel llevó sus restos mortales, como botín de guerra, de Milán a Colonia, día a día la gente de todas las naciones rezan ante el valioso relicario que alberga sus restos, en la catedral erigida a su memoria.
En los primeros siglos, la Iglesia festejó el nacimiento del salvador del mundo precisamente el día en que festejamos a los tres Reyes magos, aun hoy la Congregación de "Propaganda Fide" en Roma, o sea la central de las misiones católicas para los paganos celebra ese día como fiesta especial, pues la gloria de Dios resplandece ante todos los pueblos del mundo.
ORACIÓN COLECTA
Señor, Dios nuestro, que por medio de una estrella diste a conocer en este día a todos los pueblos el nacimiento de tu Hijo, concede los que ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar cara a cara la hermosura de tu inmensa gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.
La solemnidad de hoy nos habla a través del recuerdo de algunos hombres, los magos de oriente, que habiendo llegado de lejos a Belén, tras la luz de la estrella, encontraron a Jesús recién nacido. En estos hombres vemos representados a todos los que desde cualquier lugar y en cualquier tiempo que, han ido a Jesús y han encontrado y le han han ofrecido el don de su fe, tanto en las generaciones pasadas, como en la nuestra y en las futuras. Esos magos del oriente, simbolizan a los descendientes de todos los pueblos de la tierra, que adoran a Dios en el misterio de su encarnación el Verbo se hizo carne y nació de la Virgen María. Papa Juan Pablo II, Alocución dominical del 6 de enero 1980.
07: SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, 1175-1275
Nació Raymundo en Peñafort, Cataluña, en 1175 Inició sus estudios en Barcelona, estudió y se tituló en derecho civil y canónico en Bolonia. Allí mismo se dedicó a enseñar.
En 1219 nuestro santo, fue nombrado por el arzobispo de Barcelona, archidiácono y canónigo de la catedral.
Nadie piense que estos títulos envanecieron su espíritu. En las mencionadas ciudades, su celo, devoción, sencillez y generosidad con los pobres, sirvieron de ejemplo al clero de su época.
Los anhelos de perfección que, día a día, se desenvolvían en el alma de Raimundo, lo dirigieron a una vida de mayor entrega a Dios. Decidió, por lo tanto, ingresar en la Orden de San-to Domingo.
Desde aquel momento hasta el final de su vida, manifestó el fuego divino que llevaba dentro: la predicación, las innumerables confesiones, la instrucción del pueblo, la conversión de los herejes, judíos y moros, construyeron otros tantos medios para buscar la gloria de ese Dios que vivía en lo más recóndito de su ser.
La Santa Sede le confió la predicación de la Cruzada que debía alejar definitivamente el peligro del islamismo de España y de Europa Occidental.
Ejerció esta misión con tal prudencia que su Santidad, Gregorio IX, no dudó un momento en llamarlo cerca de sí para confiarle misiones delicadas y elegirlo como su propio confesor.
Ya en Roma, le encargó la ingente labor de compilar y ordenar todos los documentos con-ciliares y papeles que se encontraban dispersos fuera de la "Colección de Graciano". Así surgieron las famosas "Decretales", verdadero monumento jurídico, confirmado por el Papa en 1234. Basta decir que, hasta la formación del Código de Derecho Canónico (1917), fue la mejor colección de derecho eclesiástico y una de las fuentes primordiales del derecho catalán.
En 1238 fue elegido, a pesar de su repugnancia por las dignidades eclesiásticas, superior general de su Orden. Ejerció este cargo con profunda humildad; fomentó entre sus súbditos la disciplina religiosa, la soledad, la regularidad de los estudios, el amor y entrega al apostolado, y a todos precedía con el heroico ejemplo de estas virtudes.
Redactó para su Orden la nueva síntesis de sus Constituciones, que fueron aprobadas por el Capitulo General de 1240.
Renunció a su cargo y se consagró, en la última parte de su larga vida (contaba entonces 66 años), a la conversión de los musulmanes. Por esta razón animó al egregio Tomás de Aquino a escribir su "Summa contra Gentes".
Dios bendijo tantos años de trabajo con la conversión y bautizo de 10,000 moros, el año de 1256.
Lleno de años y méritos, el santo entregó su alma al creador el 6 de enero de 1275. Acababa de cumplir un siglo de existencia. Los eclesiásticos más encumbrados, los reyes de Castilla y Aragón, los hombres de toda clase y condición, rindieron tributo al sencillo religioso y empezaron a pedir favores a Dios por su intercesión. El cielo no tardó en dar su respuesta.
La ley en manos de gente mentirosa y venal es manipulada como instrumento de maldad humana. Los fariseos mataron a Cristo "en nombre de la ley". La ley en manos de santos se convierte en instrumento de orden, justicia y paz para el bien de la Iglesia y de la patria.
Raimundo fue canonizado en 1601.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que diste a san Raimundo un gran amor por los pecadores y los prisioneros, concédenos, por su intercesión, vernos libres de la esclavitud del pecado, para que podamos servirte con libertad de hilos. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
El Hijo de Dios, con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, "semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado". El, el Redentor del hombre! Juan Pablo II, en su encíclica "Redemptor Hominis"; n. 8.
10: SAN JUAN NEPOMUCENO NEUMANN, 1811-1860
Juntamente con santa Francisca Javier Cabrini, la "madre de los emigrantes italianos de Estados Unidos", nuestro santo es la segunda persona canonizada en esta región de Norteamérica. Por cierto, ninguno de los dos nació en este país; ambos procedían del corazón de Europa; pero se consagraron hasta la muerte en beneficio de su país adoptivo y se ganaron así, el derecho a figurar entre los auténticos ciudadanos y pioneros de los Estados Unidos.
Hace escasamente un siglo, Juan Nepomuceno Neumann, a los 48 años de edad, agotado por su labor misionera, se desplomaba en una calle de Filadelfia, para morir ante las miradas de los curioso y espantados transeúntes.
Procedía de una familia europea que había emigrado a Bohemia de la Baja Franconia bávara, a causa de las guerras napoleónicas. El muchacho, bautizado con el nombre del mártir bohemio Juan Nepomuceno, tuvo la dicha de vivir sus primeros años en medio de una familia profundamente cristiana.
Cursó sus primeros estudios en Budweis. Continuó su formación en el seminario y la terminó en la universidad de Praga.
En esos centros de estudio, además de la Teología y las lenguas clásicas, se perfeccionó en las mas importantes lenguas modernas, sin saber todavía el valor que dichos estudios tendrían en su vida.
Su vocación misionera arranca de la resolución de un amigo suyo de dedicarse a las misiones, siguiendo el espíritu de San Pablo apóstol.
Se embarcó en un velero rumbo a América y, después de mil aventuras, llegó a Nueva York en la primavera de 1836.
Las autoridades eclesiásticas del lugar se dieron cuenta de la calidad moral del joven seminarista y lo ordenaron sacerdote en junio del mismo año. Como había dado pruebas suficientes de celo pastoral, lo dedicaron en seguida a preparar a los niños a su primera comunión, en la iglesia alemana de san Nicolás.
Su primer nombramiento como sacerdote, en Williamsville, cerca de Búfalo, lo obligó a enfrentarse a las dificultades de su nueva patria. Su distrito parroquial era inmenso. Los pocos católicos existentes, vivían dispersos en medio de personas de muy distintas ideas religiosas. La mas crasa ignorancia en materia de religión, la indiferencia y la desorientación, hablan hecho presa de ellos.
Durante cuatro años soportó esa clase de vida; pero pronto se convenció de que sólo mediante la acción mancomunada de una orden religiosa, con una meta fija y esfuerzo organizado, se podría atender a las graves necesidades de la inmensa nación americana. Por esto se unió a los padres redentoristas, en compañía de su hermano Wenceslao, recién llegado a América.
Durante el noviciado con los redentoristas dio pruebas de un ardiente celo apostólico, de tal manera que al año de haber hecho sus votos, ya era superior en Pitsburg. Fundó cuatro casas nuevas en Nueva Orleans, Cumberland, Búfalo y Nueva York.
El papa Pío IX recompensó tanto celo eligiéndolo obispo de Filadelfia. Fue consagrado el domingo de Pasión de 1852. Enseguida se entregó a su apostolado como pastor. Su diócesis era tan extensa, que actualmente está dividida en siete obispados. Nadie vaya a creer que el santo obispo se limitaba a las visitas prescritas. Era un verdadero pastor, organizador y padre de las almas. Predicaba a los diversos grupos de fieles en sus respectivas lenguas maternas, y con esto y con el sacramento de la reconciliación, se los ganaba para Cristo..
Durante los 8 años de su apostolado como obispo católico, fundó casi un centenar de es-cuelas parroquiales católicas, una verdadera novedad en los Estados Unidos; no solamente construyó el seminario y la catedral en Filadelfia, sino que también enriqueció la diócesis con 80 iglesias, perfectamente organizadas.
En tan corto tiempo no pudo remediar la escasez de sacerdotes Por esta razón, llamó en su ayuda a diferentes congregaciones de religiosas, quienes llegaron a ser sus mejores ayudantes en el cuidado pastoral, como las Religiosas negras de Filadelfia y las "Hermanas Pobres" de Múnich.
Cumpliendo con un deseo expreso de su Santidad en 1854 emprendió un viaje a la ciudad eterna para presenciar la solemne declaración del dogma de la Inmaculada Concepción de María En realidad fue la última ocasión en que pudo venerar la sagrada imagen de Altótting, en su tierra natal y saludar a su familia
A su regreso, participo en el Concilio de Baltimore, el año de 1855, y pudo fundar una nueva comunidad de religiosas en honor de san Francisco.
Como el campesino que se desploma sobre el fruto de su labor agobiado por el extenuante trabajo, así murió Juan Nepomuceno Neumann, a media calle; muerte que simboliza toda su vida.
ORACIÓN COLECTA
Padre celestial, que llamaste al obispo Juan Nepomuceno Neumann a trabajar por el Evangelio entre los hombres del Nuevo mundo y lo ayudaste a fortalecer, mediante su servicio, a muchos hermanos en la fe cristiana, te pedimos, por su intercesión, que crezca profundamente la fe en este país. Por nuestro Señor Jesucristo . .. Amén.
Dios ha hecho un gran regalo a la jerarquía americana en anos recientes: la canonización de Juan Neumann. Un obispo americano es glorificado oficialmente por la Iglesia católica, por ser servidor ejemplar del Evangelio y pastor del Pueblo de Dios, fruto de su gran amor por Cristo. Con ocasión de la canonización, Pablo VI se preguntó: "¿Cuál es el significado de este extraordinario acontecimiento, el significado de esta canonización?". Y respondió: "Es la celebración de la santidad". Y esta santidad de san Juan Neumann se manifestó en el amor fraterno, en la caridad pastoral y en el servicio solícito por parte del obispo de una diócesis que era un auténtico discípulo de Cristo. Juan Pablo II, Discurso a los obispos en Chicago. 5 de octubre, 1979.
10: FELIX DE JESÚS ROUGIER, M.Sp.S. 1859-1938
Nació el 19 de diciembre de 1859 en Meilhaud de Auvernia, Francia Sus padres fueron Benito Rougier y Luisa Olanier.
Movido por el deseo de consagrar su vida en las misiones de Oceanía, entró a la Sociedad de María en el noviciado de Samte-Foy, en 1878, y un año después hizo los votos. Después de los estudios requeridos recibió la orden del presbiterado el 24 de septiembre de 1887, en Lyon, de manos del arzobispo de Rennes, Mons. Gonindard. Luego, durante ocho años, fue profesor de Sagrada Escritura en el escolasticado de los padres maristas en Barcelona (1887-1895), en donde compuso un curso elemental de hebreo y un libro sobre cuestiones bíblicas: Biblias Egiptología (1893).
En 1895 fue enviado a Colombia, junto con otros padres, para dirigir los colegios de san Simón, en Ibagué y de santa Librada, en Neiva. Al sobrevenir la guerra civil (1899) la situación se hizo tan difícil, que el superior de la sociedad, se vio obligado a enviarlos a otras partes. Así, en 1902, el P. Félix pasó a México, donde se hizo cargo de la parroquia de las colonias francesa y americana de la capital (Templo del Colegio de Niñas de Ntra. Señora de Lourdes). El 4 de febrero de 1904 conoció allí, providencialmente a la Sra. Concepción Cabrera de Armida, alma privilegiada y apostólica.
Decidió entonces colaborar en la fundación de una congregación religiosa para hombres; pero deseoso de no proceder sino bajo la obediencia de sus superiores, pasó a Francia para tratar el asunto. A éstos no les pareció bien la idea y, exagerando quizás la influencia de la Sra. Armida, no le permitieron regresar a México, más aún le prohibieron comunicarse con ella y ocuparse de la proyectada fundación.
De nada sirvieron las gestiones de relevantes autoridades eclesiásticas mexicanas, como el arzobispo de México y el obispo de León:
el padre Félix fue enviado a Barcelona, en donde tuvo que ocuparse por algunos años en enseñar rudimentos de latín, francés y aritmética a niños de 8 a 12 años.
No fue sino hasta 1914 cuando los obispos mexicanos, favorecedores de las Obras de la Cruz, pudieron poner el asunto en manos de la Santa Sede. El papa Pío X intervino y con la ayuda de los señores Greville, se permitió al P. Félix regresar a México (el Sr. Greville había representado a la Gran Bretaña ante el gobierno mexicano en tiempos anteriores).
No obstante que por aquel tiempo se cernía en México la furia anticlerical revolucionaria y que los obispos se veían obligados a abandonar el país, el padre Félix, lleno de confianza en Dios, desembarcaba en Veracruz el 14 de agosto de 1914.
El 25 de diciembre, en la Capilla de las Rosas en el Tepeyac, se fundaba la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. A puerta cerrada, celebró Mons. Ibarra, asistieron la Sra. Armida y pocas personas más. El P. Félix asumió la responsabilidad de la formación de los dos primeros novicios.
Los calamitosos tiempos fueron una prueba para la paciencia y constancia del P. Félix, quien, como sacerdote extranjero, tuvo que andar oculto para no ser deportado No fue sino hasta 1926 cuando por fin sus superiores religiosos le dieron el permiso para pasar definitiva-mente a la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo Hizo la profesión ante el arzobispo de México Mons Mora y del Río el 28 de marzo de 1926.
Su celo apostólico lo movió a fundar vanas congregaciones femeninas: "Las Hijas del Espíritu Santo (1924) las Misioneras Guadalupanas el Espíritu Santo (1928) las Oblatas de Jesús Sacerdote (1932), favoreció además el establecimiento de otras.
A su esfuerzo se debió que el episcopado mexicano consagrara la nación al Espíritu Santo (1924). Fue un apóstol en difundir la devoción de ese Santo Espíritu.
Murió el 10 de enero de 1938 y dejó una viva imagen de sacerdote obediente y apostólico. La causa de su beatificación ha sido introducida.
"….La riqueza del Espíritu se manifiesta en los carismas de los fundadores que brotan en su Iglesia a través de todos los tiempos, como expresión de la fuerza de su amor, que responde solícitamente a las necesidades de los hombres" Cfr. "Lumen Gentium". Documento de Puebla, n. 756.
13: SAN HILARIO DE POITIERS, 315-367
Hijo de noble familia cuyos miembros aún rendían culto a los antiguos dioses, Hilario fue educado en Burdeos. Pronto adquirió fama como estilista y filósofo de excelentes cualidades; contrajo matrimonio todavía muy joven y vivía dedicado exclusivamente a sus estudios, gozando, con su esposa y su hija, de la vida apacible de un noble de provincia.
En estas circunstancias se produjo su conversión. Su cultura clásica, la lectura de la Sagrada Escritura, primero del Antiguo Testamento, después del Evangelio de San Juan, le abrieron nuevas perspectivas a su alma, sedienta de la verdad. Hilario no se opuso a la gracia de Dios. Se convirtió al cristianisrno, y trató de practicar con su familia los principios de la fe cristiana.
La comunidad cristiana de su ciudad de origen lo apreciaba muchísimo por su carácter y aptitudes. Por esta razón fue elegido obispo por unanimidad.
Hilario aceptó el cargo con extraordinaria responsabilidad. Enseguida se consagró a los estudios bíblicos. Como fruto de ellos escribió una explicación del Evangelio según San Mateo, que le mereció un lugar distinguido entre los exégetas.
Las convulsiones político-religiosas de su tiempo, lo convirtieron en líder de los obispos galos. El Estado, sin ninguna preparación, decidió intervenir en los problemas de la fe. Esta postura fue denominada "césaro-papismo". Para Occidente comenzó esta calamidad en el año de 355, cuando el sínodo de Milán, dominado por el emperador Constancio, anuló la voluntad de los obispos, condenó a San Atanasio y permitió el triunfo de los arrianos.
El emperador había sido ganado para la heterodoxia, por su esposa Eusebia. Toleró una organización de espionaje en contra de l35 obispos ortodoxos y no escatimó castigos crudelísimos. En la Galia el arzobispo Saturnino de Arles se convirtió en su instrumento. Hilario se levantó contra él y sus ideas. No descansó hasta que los obispos católicos de Galia excomulgaron al obispo Saturnino.
Las represalias no se hicieron esperar: Hilario fue desterrado sin que se le notificara el lugar de su destierro. El clero y el pueblo de su patria permanecieron, sin embargo, fieles a la Iglesia a pesar de que, por muchos años, estuvieron lejos de su pastor.
Hilario, mientras tanto, confinado al Asia Menor, pudo constatar los frutos del arrianismo: ignorancia en los obispos y en el clero, injerencia total de los funcionarios imperiales en el gobierno de la Iglesia de oriente. Decidido a luchar contra tantos males, se dedicó a estudiar el idioma griego. Los frutos no se hicieron esperar: Una obra maestra de teología católica sobre la divina Trinidad.
En la primavera del año 359, dirigió a todos los obispos de Oriente y Occidente una famosa epístola invitándolos a unirse y hacer profesión de la verdadera fe. Durante el mismo año se llevaron a cabo los dos grandes sínodos de Seleucia y Rímini. Ambos condenaron al arrianismo con mayoría abrumadora. Sin embargo el poder civil del emperador los obligó a ceder.
Desilusionado profundamente por el rechazo del emperador Constancio para entablar con él un diálogo provechoso para las Iglesias, escribió una violentísima carta contra el emperador por sus intromisiones en el campo eclesiástico. Sin embargo, dicho escrito nunca llegó a publicarse. El emperador Constancio ordenó que Hilario regresase a Poitiers sin demora.
La Iglesia de Galia se alegró profundamente con su regreso. Al año siguiente reunió a los obispos galos en un sínodo para destituir definitivamente al apóstata Saturnino de Arles. Con la muerte de Constancio cesó la persecución.
Los años siguientes se caracterizaron por su celo en consolidar la vida cristiana en su diócesis.
En Oriente había advertido y valorizado el poder pedagógico de los cánticos religiosos en el alma del pueblo. Por esto creó numerosos himnos espirituales, enriqueció el culto litúrgico y trató de introducir las oraciones y los salmos en las costumbres occidentales. Dedicado a esta benéfica labor en su ciudad natal, le sorprendió la muerte, probablemente por el año 367.
Sus principios de clemencia, tan atacados por sus propios hermanos en la fe, finalmente fueron aceptados por san Atanasio. San Jerónimo y san Agustín lo denominaron "poderoso defensor de los derechos de la Iglesia". Su santidad Pío IX, en 1851, lo enriqueció con el título de Doctor de la Iglesia.
ORACIÓN COLECTA
Padre todopoderoso, ayúdanos a conocer cada día mejor a tu Hijo Jesucristo y a creer firmemente en su divinidad, de la cual fue defensor constante el obispo San Hilario. Por nuestro Señor Jesucristo.. Amén.
"Somos pobres y por esto pedimos que remedies nuestra indigencia; nosotros ponemos nuestro esfuerzo tenaz en penetrar las palabras de tus profetas y apóstoles, y llamamos con insistencia para que se nos abran las puertas de la comprensión de tus misterios . . -
Cuando se trata de comprender las cosas que se refieren a ti, nos vemos frenados por la pe-reza y la torpeza, inherentes a nuestra naturaleza y nos sentimos limitados por nuestra inevitable ignorancia y debilidad; pero el estudio de tus enseñanzas nos dispone para captar el sentido de las cosas divinas, y la sumisión de nuestra fe nos hace superar nuestras culpas naturales". Del tratado de san Hilario, obispo, sobre la Santísima Trinidad.
17: SAN ANTONIO, el ermitaño. 251-356
En la historia de los estados y de los pueblos, el hombre activo, el militar, el político, escala los primeros planos y el ser contemplativo sólo lleva una vida oculta en las sombras, sin fama y sin gloria. Pero en la historia de la Iglesia ambos se dan fraternalmente la mano. La Iglesia ha defendido siempre la coexistencia del contemplativo. Mientras que la Iglesia lucha contra el Anticristo, requiere de hombres que, como Moisés, suplican con las manos levantadas, al tiempo que el pueblo lucha. Este es el sentido de la vida, tan despreciada, del ermitaño y del monje.
Antonio nació alrededor del año 251 en Kome, en el centro de Egipto, hijo de padres ricos, mimado y abandonado a los caprichos de su propia voluntad.
Esta mundana placidez terminó repentinamente al morir sus padres; uno poco después del otro. Entonces se tuvo que ocupar por entero de la administración de sus bienes y del cuidado de su hermana menor. Lo transformaron las palabras de Jesús que nos trasmite san Mateo y que escuchó en la predicación del Evangelio en una iglesia: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes ..." (Mt 19,21).
Llevó a su hermana a un asilo, vendió o regaló todo y se retiró con sus amigos ermitaños para pertenecer, como ellos, sólo a Dios. Esa decisión, que tomó libremente y sin mayor es-fuerzo, no carece de grandeza, pues requiere un corazón valiente y un amor ardiente a Dios, para romper todas las ligaduras.
Con alegría lo aceptaron los ermitaños en su comunidad y le enseñaron aquel ascetismo del cuerpo y del espíritu, madurado en la experiencia de decenios. De día cultivaba una parcela en el desierto para alimentarse, de noche oraba y cantaba los salmos. Pronto, el ignorante se asemejó a los eruditos. Las meditaciones frecuentes y la gracia de Dios le habían dado visiones místicas que le envidiaban aun los ermitaños más ancianos. Al hablar de él ya sólo lo llamaban "el preferido de Dios" y agradecían al cielo que este joven continuara la tradición de los ermitaños, ya casi condenada a desaparecer.
Pronto se le acercaron los eternos opositores de todo lo divino. Apariencias diabólicas lo torturaron cruelmente y, silo dejaban en paz, el anhelo de escuchar una voz humana lo sumergió en la melancolía; luego lo atormentaron imágenes impuras e ideas de vanidad. Así volvió a encontrar en el desierto todos los vicios de la humanidad que había querido esquivar.
Dos decenios luchó por conseguir la paz, con la gracia de Dios. Sus antiguos compañeros le rogaron que fuera su guía en la búsqueda de la perfección. Se negó por mucho tiempo, porque la vida en comunidad era incompatible con el ideal del ermitaño. Pero cuando se lo pidieron con más urgencia, prescindió de estar sólo con Dios, para salvar el monacato de Egipto.
El que se disponía a ser un discípulo sabía que le esperaba una educación severa. El mona-cato, como lo consideraba Antonio, no era un sufrimiento blando, una meditación vacía ni menos una huida del mundo o un lirismo romántico, sino un trabajo difícil, ininterrumpido, en las arenas del desierto y acompañado de durísimas penitencias por las culpas ajenas. Su ascetismo fue estricto, pero sólo así logró educar caracteres que estaban preparados a arrostrar las sangrientas persecuciones del emperador Maximino Daza.
No sólo los ermitaños buscaban acercársele. En cada caravana venían funcionarios, comerciantes, soldados y gente de toda profesión, que quería presentarle sus penas y solicitar su intercesión. Asimismo, llegaron los emisarios de Arrio para usar su nombre en pro de su heterodoxia y sus sueños ambiciosos de poder. Entonces él, por lo general tan tranquilo, se transformaba en un verdadero gigante, que condenaba los errores de Arrio.
Antonio ya contaba cien años de edad, cuando decidió, con heroico sacrificio, recorrer todas las comunidades monásticas para confinarlas en la verdadera doctrina de la Iglesia de Cristo.
Dicha predicación agotó sus últimas fuerzas. Murió a los 105 años en el monte Kolzim. El efecto de su entrega monástica fue grande. Aún muchos siglos después, su vida, descrita por Atanasio, incitó a muchos a abandonar voluntariamente el mundo y a vivir sólo para Dios.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que concediste a San Antonio el ermitaño dejar por tu amor cuanto tenía, para servirte heroicamente en el desierto, Otórganos, por sus méritos, superar nuestro egoísmo y amarte a ti sobre todas las cosas. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
El sentido esencial de esta 'realeza" y de este "dominio' del hombre sobre el mundo visible, asignado a él como cometido por el mismo Creador, consiste en la prioridad de la ética sobre la técnica, en el primado de la persona sobre las cosas, en la superioridad del espíritu sobre la materia". Juan Pablo II, encíclica "Redemptor Hominis", nr. 16.
20: SAN FABIÁN, Papa y mártir. 250
Antes de la elección de este sumo pontífice, la Iglesia de Roma pasó por una época difícil, no sólo por las continuas persecuciones, sino también por las divisiones internas. El antecesor del papa Fabián se llamó Ponciano y murió desterrado en la Isla de Cerdeña. Allí encontró a Hipólito, el autor del núcleo de la segunda anáfora de nuestra misa. Era uno de los representantes más distinguidos del catolicismo romano, por lo tanto también fue considerado candidato para el papado. Entre los grupos opuestos que prepararon la elección del próximo sumo pontífice, en medio de la persecución, hubo por fin el acuerdo de elegir a un hombre modera-do, que pudiera contar con el apoyo de todos los obispos. Este hombre era Fabián.
El obispo Cipriano de Cartago y otros teólogos importantes, como Orígenes, lo mencionan con respeto.
La actual división pastoral de la ciudad de Roma en 7 zonas, colocando al frente de cada zona un diácono (en la actualidad es un "cardenal diácono"), fue organizada por el papa Fabián. Muy importante también era el cuidado de las catacumbas, que servían de cementerio y de refugio. Los 12 primeros años del pontificado del papa Fabián gozaron de una relativa paz. Durante este tiempo se extendieron y aseguraron las catacumbas. En las catacumbas de san Calixto, actualmente visitadas por muchos peregrinos, se encontró la placa original que cubría la tumba del Papa y que dice en griego: "Fabián, obispo, mártir".
La gloria del martirio la encontró el Papa, en el año 250, bajo el emperador Decio, el cual quería lograr la unidad del imperio colocando como base, el culto al Estado y a su emperador. Estas persecuciones hablan sido claramente predichas por Cristo y sus apóstoles (Apoc. 17,9).
Gracias a la sangre de tan ilustres mártires, la joven Iglesia venció a sus crueles perseguidores.
ORACIÓN COLECTA
Tú que eres, Señor, La recompensa eterna de los que te sirven, concédenos por intercesión del papa y mártir San Fabián, creer en la fe por la que derramó su sangre e imitarla en su entrega total a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Así como Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su caridad ofreciendo su vida por nosotros, nadie tiene un mayor amor que el que ofrece la vida por él y por sus hermanos (1 Jn 3, 16; Jn 15, 13). Pues bien: ya desde los primeros tiempos, algunos cristianos se vieron llamados, y otros se encontrarán llamados siempre, a dar este máximo testimonio de amor delante de todos, principalmente delante de los perseguidores. Por consiguiente, el martirio con el que el discípulo llega a hacerse semejante al Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, asemejándose a él en el derramamiento de su sangre es considerado por la Iglesia como un supremo don y la prueba mayor de la caridad. Y aunque ese don se dé a pocos, con-viene que todos vivan preparados. Conc. Vat. II, "Lumen Gentium", n. 42.
20: SAN SEBASTIÁN, Mártir. Martirizado hacia el año 304 en Roma.
En la vida de San Sebastián es difícil distinguir los datos históricos de los legendarios. Como verdad histórica se acepta que San Sebastián fue mártir de su convicción y sucumbió como soldado integérrimo.
El emperador Diocleciano lo había designado como jefe de los guardias imperiales.
Habiendo cumplido con su guarda, Sebastián solía ir a ver a sus hermanos de la comunidad para ayudarlos con su influencia, y para avisarles a tiempo si corrían peligro. Si el obispo era el líder espiritual del pequeño grupo, el joven oficial era su abogado en todos los asuntos públicos.
Gracias a su vigilancia se enteró del grave peligro que los amenazaba desde el Oriente. Desde hacía años, Galerio instigaba, desde allá, a que se eliminaran, según planes preconcebidos, a los odiados "topos", pues así solían llamar a los cristianos. Diocleciano titubeaba todavía, pero Sebastián estaba convencido de que, en su fuero interno, el emperador estaba decidido ya a depurar el Estado y el ejército, eliminando a los cristianos. Por eso no le sorprendió el estallido repentino de la persecución. Sólo fue menester cambiar su táctica para poder seguir ayudando a sus hermanos. Si hasta entonces se había preocupado especialmente de los pobres, ahora, de día y de noche, se le veía en las cárceles repletas. Allí les llevaba el último saludo de la comunidad y la Santísima Eucaristía.
La Iglesia, escarmentada por experiencias amargas, había dado la consigna de no provocar el martirio. A pesar de todo, en cierta ocasión, Sebastián se aventuró demasiado, pues ante el tribunal aconsejó vehementemente a algunos acusados, cuando éstos querían renegar de su fe. El juez lo mandó detener inmediatamente. La actitud de Sebastián sólo se había podido interpretar como desacato a las órdenes imperiales.
Con valor, aceptó Sebastián las consecuencias. Se le condenó a morir como soldado, es decir pasado por las armas. A los arqueros de la tropa se les destacó para la ejecución; pero sus flechas no tocaron órganos vitales. Desmayado, bañado en sangre, pero vivo aún, lo recogieron sus hermanos y rápidamente lo llevaron al lugar seguro más cercano, la casa de Irene, viuda de un funcionario de palacio. Allí recobró la conciencia y lo cuidaron, por meses, hasta que logró recuperarse de las gravísimas heridas.
Mientras tanto, las persecuciones siguieron su curso. Cada día informaban a Sebastián de nuevas víctimas, hasta que una gran idea surgió en su corazón. ¿Qué importancia tenía su vida? ¡Si él, muerto oficialmente, se enfrentara al emperador para que revocara sus órdenes sangrientas!
Habiendo tomado su decisión, Sebastián no esperó mucho para llevarla a cabo. Se enfrentó a Diocleciano. Sebastián tomó por sorpresa al emperador y defendió elocuentemente al cristianismo.
En las frases de Sebastián, el dictador sólo vio una afrenta a su majestad imperial. Indignado, mandó que arrestaran al temerario y lo mataran a palos en la pequeña arena del Palatino.
En la noche, enterraron el cuerpo del mártir en las afueras de la ciudad, en un camposanto cristiano subterráneo.
Dicha catacumba, que lleva el nombre de Sebastián, y la Iglesia consagrada a él, construida encima, mantiene vivo su recuerdo. Posiblemente ningún peregrino cristiano que llegue a Roma, al ver su tumba, dejará de estremecerse y de sentir toda la miseria y a la vez la grandeza del cristianismo primitivo.
Con gran predilección, los artistas de todos los tiempos han representado el martirio de san Sebastián; en la Edad Media, durante las grandes tribulaciones causadas por la peste, las personas se arrodillaban ante dichos cuadros, implorando auxilio, porque se sentían indefensas ante los ataques de la epidemia, así como san Sebastián había estado expuesto a los flechazos.
Los Caballeros de las Cruzadas y los arcabuceros veneraron al santo militar como su patrono.
ORACIÓN COLECTA
Danos, Señor, espíritu de fortaleza para que, a ejemplo de san Sebastián, tu mártir, no dudemos en obedecerte a ti antes que a los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo... Amen.
La Iglesia, en consideración a Cristo y en razón del misterio que constituye la vida de la iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hom-bre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza". Juan Pablo II, "Re-demptorHominis'; n. 13.
21: SANTA INÉS, mártir. 304
Al lado de la imagen de san Luis Gonzaga, el novicio de los jesuitas, en muchos miles de altares del mundo se encuentra la imagen de una jovencita que apenas había atravesado los linderos de la niñez. Sus ojos, muy abiertos, miran de frente, como si penetraran misteriosas lejanías. Su brazo izquierdo lleva un cordero sin mancha, su derecha sostiene la palma del martirio. Así conocemos a Santa Inés. Generaciones de jovencitas vieron en su pureza, el ideal y el modelo de la integridad moral.
El gran Ambrosio nos transmitió las primeras noticias de la vida y la muerte de Inés, jovencita romana. Sólo son unas cuantas líneas, pues él mismo tampoco tuvo datos de ese martirio, sino que lo compuso de los informes de hermanos cristianos anteriores a su tiempo Según este informe, Inés fue hija de una familia noble romana. Fue decapitada entre los 12 o 13 años, después de muchos tormentos por su confesión inquebrantable a favor de Cristo, posiblemente hacia el año 304, al finalizar el largo período de la persecución. La lealtad de la tierna niña y su sacrificio, deben haber impresionado profundamente a sus hermanos cristianos, pues apenas habían enterrado a Inés en las catacumbas, en las afueras de la ciudad, cuando se comenzó a hilvanar una devota leyenda alrededor de la memoria de tan ilustre mártir.
Dicha leyenda narra que el hijo del gobernador de la ciudad pidió la mano de Inés y rechazado por ella se tornó de amante en un enemigo cegado por el odio arrastro a la muchacha ante el juzgado romano y sin respetar juventud belleza ni alcurnia condenó a la cristiana al estupro, a la hoguera y finalmente ya que su ángel la guardó de ambos peligros, a que la decapitaran Libremente dio su vida por Cristo fuente de toda juventud.
La grandeza de esta decisión no sufre mengua por la juventud de la mártir. Cierto, Inés era joven todavía, pero madura. A pesar de sus doce años, Inés sabía lo que ofrecía, al expresar la confesión decisiva. Eso es lo que hace de su muerte voluntaria un heroísmo sin precedente.
Los restos de santa Inés descansan todavía en el lugar donde por entonces, se sepultaron. A sólo unos cuantos pasos de la vía Nomentana el tiempo parece haberse detenido: tan solemne es la casa de Dios, erigida sobre la tumba de la santa Todos los años se realiza allí una sencilla ceremonia: la bendición de los corderos blancos de cuya lana se hilan los palios de los arzobispos Con dicho acto simbólico Roma re nueva el recuerdo de una doncella, que llena del espíritu ardoroso de la Roma antigua, venció a la muerte Aunque las catacumbas estuvieron cegadas por mucho tiempo y los rebaños de cabras de la campiña pastaban sobre las capillas desplomadas jamás se borro la palabra en la losa de su tumba: "Inés santísima".
La Iglesia no olvida a sus mártires. Su nombre está en el Canon Romano de la Misa.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que eliges a los débiles para vencer a los poderosos, te pedimos, al celebrar el martirio de santa Inés, que nos concedas imitar la heroica firmeza de su fe. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
La Iglesia ve en la juventud una enorme fuerza renovadora, símbolo de la misma Iglesia. Esto lo hace por vocación y no por táctica, ya que está 'llamada a constante renovación de sí misma, o sea, a un incesante rejuvenecimiento' (Juan Pablo II, Alocución a la juventud AAS, LXXI, p. 278). El servicio a la juventud realizado con humildad, debe hacer cambiar en la Iglesia cualquiera actitud de desconfianza o de incoherencia hacia los jóvenes..." Doc. Puebla n. 1178.
22: SAN VICENTE, Diácono y mártir
Este santo diácono figura entre los mártires más famosos de la Iglesia romana. Con los diáconos mártires Esteban y Lorenzo, tiene un puesto honorífico en la liturgia, en la tradición y en el arte cristiano. la Iglesia ortodoxa celebra también esta fiesta el mismo día, de manera que se le puede considerar por esto un "santo ecuménico". El nombre de san Vicente es invocado en las letanías de todos los santos.
A pesar de los escasos datos históricos que poseemos, su fama se debe a la antiquísima tradición sobre las espantosas crueldades que tuvo que soportar, durante su martirio, con extraordinaria fortaleza, sin aceptar, en ningún momento, la oferta de su liberación, a cambio del abandono de su fe.
Sabemos que nació en Zaragoza y fue ordenado diácono por el obispo Valerio. Con este mismo obispo fue encarcelado durante la persecución de Diocleciano, en el año 304.
Parece que el obispo salvó la vida y fue desterrado por una amnistía general de Diocleciano, por el vigésimo aniversario de su gobierno.
Todo el furor anticristiano del gobernador Daciano se lanzó en contra del joven diácono, quien, a la par de san Esteban, no sólo defendió su fe, sino que atacó la caducidad del paganismo. El poeta desconocido de "las Coronas" pone en los labios de Vicente, en forma artística, las siguientes palabras:
"Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay alguien dentro de mí que nadie puede violar; un ser libre, sereno, exento de dolor. Lo que tu intentas destruir es un vaso de arcilla, destinado a romperse. En vano te esforzarás por tocar lo que está adentro".
En el poder del Espíritu Santo, que se manifiesta especialmente en todos los mártires que soportaron torturas prolongadas, debemos encontrar la raíz de la propagación del culto a san Vicente y el envío de sus reliquias por casi todos los países de Europa.
Muchas iglesias llevan su nombre, entre ellas tres de la ciudad de Roma. En la misma Es-paña su fama fue sólo superada, en el siglo IX, por la del apóstol Santiago, ya que por el año 812, se divulgó la noticia del hallazgo de la tumba del apóstol, en la ciudad de Compostela.
ORACIÓN COLECTA
Dios eterno y todopoderoso, comunícanos la fuerza de tu Espíritu, para que nuestra fragilidad humana sea fortalecida por el mismo amor, que hizo invencible a san Vicente en medio de los tormentos. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"El diácono, colaborador del obispo y del presbítero, recibe una gracia sacramental propia. El carisma del diácono, signo sacramental de "Cristo Siervo", tiene gran eficacia para la realización de una Iglesia servidora y pobre, que ejerce su función misionera en orden a la liberación integral del hombre". Doc. Puebla, n. 697
24: SAN FRANCISCO DE SALES, Obispo y Doctor de la Iglesia. 1567-1622
Tres años antes del nacimiento del santo, había muerto, en Ginebra, uno de los enemigos más grandes de la Iglesia católica: Calvino, cuya doctrina falsificó no sólo la tradición bíblica y apostólica, sino la misma esencia de Dios, que es el amor.
Calvino enseñó que Dios ha predestinado una parte de la humanidad a la condenación eterna y negó que cada uno, por su libre decisión, pudiera elegir también su suerte eterna.
Francisco, siendo joven estudiante de derecho, sufrió mucho por la tentación diabólica, creyendo que también él estaba destinado al infierno a pesar de todos sus esfuerzos. Por fin venció los asaltos del enemigo con una doble consagración: En primer lugar pronunció la siguiente consagración a Dios: "Si a ti, Señor Dios, no voy a poderte amar por toda la eternidad, ahora en la tierra quiero amarte de todo corazón".
La segunda consagración la lleva a cabo ante una imagen de la Virgen santísima, rezando el "Acordaos, oh piadosísima Virgen María".
A partir de este momento, su alma se llena de una infinita confianza en la misericordia di-vina y su mayor anhelo es conocer la verdad teológica de los misterios divinos.
No importándole a nuestro santo, el haber sido nombrado oficial mayor de la Suprema Corte de Saboya, aspiró entonces al sacerdocio católico y después de los estudios indispensables, recibió el sacramento del orden, a fines de 1593.
Los primeros cuatro años trabajó en Chablais, la región más contaminada por el calvinismo; ahí sufrió amenazas de muerte, tentativas de asesinato e increíbles penas físicas en sus intrinca-dos caminos apostólicos. Todo esto lo superó predicando y viviendo el amor de Cristo. En 1602 fue nombrado obispo de Ginebra.
Enseguida buscó un continuo contacto con el clero de las 600 parroquias y la movilización de una catequesis profunda del pueblo. Reconoció claramente que el éxito de los sectarios, se basaba en la ignorancia de los católicos.
Igualmente dedicó mucho tiempo a la orientación de los seglares, entre los cuales se encontraba a la viuda de Chantal (cuya conmemoración en el calendario litúrgico es el 12 de diciembre).
Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal fundó, por consejo del santo obispo, la congregación de la Visitación de la Virgen María.
A pesar de su inmenso trabajo pastoral, nuestro santo nos dejó el libro "Filotea" (Amor de Dios) y unas 20,000 cartas de conversaciones pastorales.
Durante un viaje pastoral murió el buen pastor, el 28 de diciembre de 1622, a la edad de 55 años.
En el siglo XIX, el apóstol de la juventud, san Juan Bosco, se inspiró en el testamento de san Francisco de Sales y fundó a los "Salesianos".
La Iglesia propone a Francisco de Sales como "Patrono de la prensa católica", en reconocimiento de la inmensa importancia de la palabra escrita e impresa para la formación personal y comunitaria. Más de 300 años antes del inicio de la comunicación masiva por los medios de la técnica actual, quiso poner, al servicio de la evangelización, todos los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que para salvación de los hombres concediste a san Francisco de Sales el don de servir con extrema amabilidad a todos, ayúdanos a demostrar, a ejemplo suyo, con una actitud servicial a nuestros hermanos, toda la delicadeza de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Cuando los cristianos hacemos de Jesucristo el centro de los pensamientos, no nos ale-jamos de la gente y de sus necesidades. Por el contrario, nos encontramos envueltos en el movimiento eterno del amor de Dios, que vino a nuestro encuentro; nos encontramos envueltos en el movimiento del Hijo que vino a nosotros y se hizo uno de nosotros; nos encontramos en-vueltos en el movimiento del Espíritu Santo, que visita a los pobres, sosiega los corazones turbados, cauteriza los corazones heridos, calienta los corazones fríos y nos da la plenitud de sus dones. Juan Pablo II. Homilía en el Yankee Stadium de Nueva York. 2 octubre, 1979.
25: CONVERSIÓN DE SAN PABLO, Apóstol
Esta fiesta tiene su origen en el siglo X, cuando existía la costumbre de distribuir, desde la tumba de san Pablo, supuestas reliquias, como parte de sus vestidos o eslabones de las cadenas con las cuales, se creía, había sido atado el apóstol. La fiesta se llamó, por esta razón, traslación de recuerdos de la tumba de san Pablo.
Naturalmente, la Iglesia reprobó esta costumbre y subrayó la importancia de la imitación espiritual de san Pablo. Por esto se llamó después la fiesta de la "Conversión de san Pablo", para recordar aquel acontecimiento, el mas importante en la Iglesia primitiva que el mismo Pablo narra dos veces en los Hechos de los Apóstoles: cuando lo detuvieron en Jerusalén y dos años más tarde, cuando fue presentado, como prisionero, ante el procurador Festo, el rey Agripa y su esposa Berenice. (Hechos 22,3-21; 26, 4-23).
El evangelista san Lucas dedica casi la mitad del libro de los Hechos de los Apóstoles al apostolado de san Pablo. También en las cartas de los apóstoles, se hace mención expresa de la aparición de Cristo resucitado al fariseo Saulo y su conversión total, por la gracia del Señor.
Para Saulo este encuentro con Cristo tuvo dos consecuencias decisivas: primeramente abandonarlo todo por amor a Cristo. Saulo abandonó a su familia, renunció a su orgullo de raza, a su carrera profesional, a sus aspiraciones, a su fanatismo farisaico, a sus amigos y parientes judíos. Todo esto, comparado con Cristo, lo consideró como basura.
En cambio con su conversión lo ganó todo; ganó una verdadera vida por su incorporación en Cristo, creyendo en él y pidiendo el bautismo; ganó una absoluta claridad sobre su futuro papel de testigo de Cristo; ganó una nueva visión del Cristo místico que vive en cada uno de los hermanos bautizados.
Esta conversión fue, en verdad, un triunfo del Señor resucitado, ya que, por su gracia, en un momento cambió la vida de Saulo para que fuera, en adelante, magnífico instrumento en la evangelización de la Iglesia primitiva.
San Pablo confiesa en todas sus predicaciones, mensajes y escritos, que esta conversión radical fue un fruto de la gracia, fruto que acaso otros hombres consiguen sólo después de un largo proceso de años o de toda una vida. En Pablo irrumpió el poder del resucitado en un solo momento y lo hizo confesar: "En un solo espíritu hemos sido todos bautizados para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres". (1 Cor 12, 13).
El "Apóstol de los Paganos" reconoce que no hay salvación ni justificación por la ley mosaica ni por ninguna otra tradición o institución humana, sino sólo por la nueva vida de Cristo; pero este Señor crucificado y resucitado no sólo debe vivir y reinar dentro de nosotros, sino en la Iglesia, la cual, por lo tanto, debe ser misionera y, con celo incansable, trabajar en la evangelización de todos los hombres y pueblos.
Del 18 al 25 de enero, los bautizados de todo el mundo celebran una octava de unidad en recuerdo de san Pablo y piden a Dios el don de la unificación de todos los cristianos.
Si reflexionamos cómo Cristo pudo edificar su Iglesia en el Mediterráneo por los esfuerzos, los sufrimientos y el martirio de un solo hombre profundamente convertido, no debemos ser pesimistas; también en el mundo de hoy, el Señor de todos los bautizados y no bautizados, sabrá intervenir en la historia para la edificación de su cuerpo místico; con tal que cada uno de nosotros busque encontrar su misión específica, y convertirse, como Pablo, en instrumento de elección para llevar a Cristo al mundo de hoy y, consecuentemente, para padecer, por Cristo, lo que sea necesario.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que has iluminado al mundo entero con la palabra de tu apóstol Pablo, cuya conversión conmemoramos hoy; haz que nos convirtamos a ti para dar así al mundo un testimonio de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Para san Pablo, que sintetiza en este punto una teología latente en todo el Nuevo Testamento, la vida según el Espíritu, es todo el "ser cristiano", toda la vida cristiana, la vida nueva de los hijos de Dios. Sólo el Espíritu nos permite llamar a Dios: ¡Abba!, padre'.". Sin el Espíritu no podemos decir:
"Jesús es el Señor". Del Espíritu proceden todos los carismas que edifican la Iglesia, comunidad de cristianos. En este sentido, san Pablo da a cada discípulo de Cristo esta consigna: "Llénense del Espíritu" . . . Exhortación Apostólica "Catechesi tradendae" n.72.
26: SAN TIMOTEO, obispo, [discípulo de San Pablo].
Timoteo, hijo de padre griego y madre judía se encontró por primera vez con san Pablo en Listra que era su patria, cuando el apóstol regresaba del Concilio de Jerusalén y ardía en el de-seo de evangelizar otros países y otros pueblos.
Pablo invita a Timoteo a acompañarlo, ya que los ancianos de la comunidad lo recomen-daban. Timoteo, creyente y confiado, siguió a su maestro, dispuesto a soportar los sufrimientos de las peregrinaciones apostólicas. Pocos años antes, Pablo había sido apedreado en Listra. Por mucho tiempo, estuvo cerca del apóstol de los paganos; con él atravesó el Asia Menor, Macedonia y Grecia, fue testigo ocular y auricular de sus éxitos inconmensurables.
Cuidó y consoló al enfermo cuando éste sufrió amargas horas de decepción. Fungió de diácono acompañante y secretario Ya que Timoteo, mejor que cualquier otro conocía los baluartes recién conquistados del cristianismo Pablo lo mandaba con frecuencia a alguna comunidad amenazada o desunida como por ejemplo a Tesalónica o a Corinto para influir en ellas Sin embargo Pablo estaba intranquilo y preocupa do, hasta el regreso de Timoteo.
Cuando Pablo tuvo la certeza interna de que sus días estaban contados, se despidió de Ti-moteo habiéndolo designado antes obispo de Éfeso, la ciudad más amenazada del Asia Menor.
Ahora, aunque el mar y los muros de la prisión separaba a los inseparables misioneros lo que ya no se pueden decir personalmente se lo comunican por carta. Las dos cartas escritas por Pablo a Timoteo en vista de la cercanía de su muerte contienen sabiduría sublime amonestaciones a la fidelidad consejos para la misa y los cargos eclesiales prevenciones contra la heterodoxia. Nos conmueve y nos enternece pro fundamente ver cómo, de repente, el viejo cariño atraviesa la trama sobria de las órdenes pastorales.
Pablo ordenó paternalmente a Timoteo cuidar más de su estómago sensible y tomar algo de vino en lugar de agua. En la segunda carta, Pablo, ya próximo a su muerte, pidió e insistió al antiguo discípulo para que regresara cuanto antes a Roma puesto que todos sus compañeros fuera de Lucas, lo habían abandonado.
Seguramente Timoteo cumplió con el último deseo del gran apóstol, pero es dudoso que lo haya encontrado entre los vivos.
Con el martirio de Pablo acaban las noticias seguras sobre Timoteo. Sólo la leyenda in-forma que por muchos años al lado del apóstol san Juan, presidió la Iglesia de Éfeso y al finalizar el siglo fue asesinado por los partidarios del templo de Diana en una de sus manifestaciones.
26: SAN TITO, [Discípulo de San Pablo], obispo de Creta.
Cuando en el año 49, san Pablo y Bernabé bajaron de Antioquía de Siria a Jerusalén, iba en su compañía un joven griego, al que san Pablo llamaba "querido hijo". Con toda intención había llevado a ese joven en el viaje, ya que el mismo Pablo había arrebatado a Tito del paganismo y ahora quería presentarlo a los ancianos de Jerusalén, como ejemplo de un antiguo pa-gano, ya cristiano y fervoroso y de carácter firme. A pesar de su juventud, la personalidad madura y noble de aquel griego, convenció a los apóstoles, puesto que también se podía llegar a ser un cristiano perfecto sin cumplir con las prescripciones rituales de la circuncisión.
De esta manera, Tito entró a la historia de la Iglesia primitiva en uno de los momentos más peligrosos. Desde que estuvieron juntos en Jerusalén, quedó más cercano al corazón del gran maestro de los pueblos y lo acompañó como colaborador en sus viajes. Así desde muy cerca, fue testigo de los inmensos éxitos de predicación y también de los sufrimientos de su maestro. Comprobó cuánto había aprendido en la escuela de Pablo. Este lo envió a Corinto; no podía haberle encomendado una tarea más difícil.
Corinto, la gran ciudad de medio millón de habitantes, siempre había sido un campo difícil para la evangelización, por sus divisiones y partidos. Tito debía restablecer la paz y afirmar la fe verdadera. Con intranquilidad, san Pablo esperó el regreso de su discípulo y fue a su encuentro hasta Macedonia. Qué alivio para él cuando Tito, esperado por largo tiempo, le dio la buena nueva de que los corintios habían vuelto a la unidad de la fe y de "la fracción del pan". la pacificación fue un triunfo personal de Tito por su modo tranquilo y firme.
Pablo mandó a Tito otra vez a Corinto para entregar una carta y, a la vez, para dirigir la colecta de la limosna para la empobrecida comunidad de Jerusalén.
Como buen estratega, que coloca a sus mejores capitanes en los puntos más amenazados, después de su primera prisión en Roma, dejó a Tito en Creta y lo consagró como primer obispo de la isla. En aquel entonces se decía de los cretenses que eran "mentirosos y malas bestias, glotones y perezosos". Era un duro trabajo establecer el Reino de Dios entre tales gentes. Pero san Pablo confiaba enteramente en Tito; si alguien pudiera cumplir con esa dura tarea, sería él. Del tesoro de sus experiencias le escribió una carta, recomendándole detalladamente el cumplimiento de su misión. El anhelo de volver a verlo no lo dejaba en paz, e invitó a Tito a pasar con él el invierno en Nicópolis.
Sin duda Tito no escatimó esfuerzos para visitarlo en Roma, donde san Pablo, en prisión, veía acercarse su inmolación. Allí también recibió el ultimo legado del consagrado a la muerte. San Pablo lo envió a Dalmacia para fundar las primeras células del cristianismo. La historia calla la fecha de regreso de Tito a Creta y de su muerte en esa isla.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que hiciste dignos seguidores de san Pablo a tus santos obispos Timoteo y Tito, concédenos, por su intercesión, amarte y servirte en nuestro prójimo, para que podamos llevar al cielo, nuestra patria. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"Principio de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo".
"…Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios conforme a la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Cuando de noche y de día te recuerdo en mis oraciones, le doy gracias a Dios, a quien sir-vo con una conciencia pura, como lo aprendí de mis antepasados.
Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios . .
27: SANTA ÁNGELA MERICI 1474-l540
Un año después de que Ignacio de Loyola fundara en la capilla de san Dionisio en Montmartre, en París, su "Compañía de Jesús" en Brescia, surgió la "Compañía de Santa Úrsula", la comunidad de las ursulinas que, según la voluntad de su fundadora, santa Ángela Mérici, debían detener el avance del protestantismo mediante la instrucción sólida del pueblo en las verdades religiosas. En aquella época, Ángela Mérici era ya casi una anciana Su larga vida llena de peripecias la había llevado a madurar y a poner en ejecución tan difícil tarea.
Había nacido en Desenzano, en la ribera sur del lago de Garda el primero de marzo de 1474 Pasó una infancia alegre y feliz Desconocía la pobreza, y sus padres le transmitieron una sana devoción Pero Dios quiso acrisolar esa devoción en la llama de los sufrimientos por eso llamó a la eternidad a sus padres, siendo ella muy joven todavía Con el fin de liberarse de los cuidados terrenos, renunció a su herencia y aceptó el hábito de la tercera orden de san Francisco.
Encontró hospedaje en la casa de sus parientes, donde, por 20 anos, como una servidora, cumplió con los trabajos más humildes, hasta que sintió la vocación de dedicarse especial-mente a los niños. Desde entonces consagró todos sus momentos libres en favor de los jóvenes.
Aunque tenía un carácter más bien serio y oraba casi constantemente, al trabajar con sus protegidos, podía platicar alegremente y jugar con ellos. También los niños sintieron la maternidad oculta en su alma generosa y acudieron a ella en toda circunstancia alegre o triste. Con su carácter vivaz y activo les impartió clases sobre las verdades importantes de la fe y les enseñó canciones religiosas. Sus pequeños protegidos llevaron el espíritu nuevo a sus familias. Muy pronto, junto con los niños, acudieron las madres para recibir instrucción de la maestra.
Ángela se fue transformando en el ángel bueno de toda la región del lago de Garda. Su fama se extendió y acudieron a él personas de toda clase y condición, incluyendo príncipes y sacerdotes, en busca de consejo espiritual.
Ángela Merici pudo conocer, a fondo, el bajo nivel moral y la profunda ignorancia religiosa que se abatía sobre amplios sectores de la población.
Como fruto de estas experiencias formó una Congregación Religiosa sin convento y sin votos, algo completamente insólito para la tradición de entonces. Aunque Ángela Mérici ya tenía más de 60 años, fue elegida como primera superiora. Su obra se consolidó y se extendió rápidamente gracias a su oración, a su inteligencia práctica y a su personalidad, auténticamente femenina. Nunca se elevó sobre sus discípulas. Siguió siendo la última y la más humilde, aun cuando tuviera que dar órdenes y castigar.
No le importaba tanto la organización sino más bien la actitud correcta y el amor. Su bon-dad no excluía a ninguno de los que venían a solicitar su ayuda. Pero no se conformó con el cuidado de la miseria corporal; siempre buscaba el alma del forastero para unirla de nuevo con el manantial de toda vida.
Por eso su actitud rebasé ampliamente el ámbito social: caritativo. Abrió su comunidad a una dimensión importante en nuestros días, es decir educar a las jóvenes en las verdades del Evangelio y de la Iglesia. Ángela Mérici no vivió mucho tiempo después de la fundación. En el invierno de 1539, la fiebre la postró en el lecho y falleció súbitamente el 27 de enero de 1540, en Brescia. En 1807 fue canonizada y su carisma educativo en las escuelas católicas in-fluyó también en América latina.
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que en la vida de santa Ángela Merici nos has dado un modelo de caridad prudente y valerosa, haz que, por medio de su ejemplo e intercesión, podamos comprender y vivir la fuerza renovadora del Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén,
Entre estos adultos que tienen necesidad de la catequesis, nuestra preocupación pastoral y misionera se dirige a los que, en su infancia recibieron una catequesis proporcionada a esa edad, pero que luego se alejaron de toda práctica religiosa y se encuentran en la edad madura con conocimientos religiosos más bien infantiles; a los que se resienten de una catequesis sin duda precoz, pero mal orientada o mal asimilada; a los que, aun habiendo nacido en países cristianos, incluso dentro de un cuadro sociológicamente cristiano, nunca fueron educados en su fe y, en cuanto adultos, son verdaderos catecúmenos. Juan Pablo II. Exhortación Apostólica "Catechesi tradendae; n. 44.
28: SANTO TOMAS DE AQUINO, presbítero y doctor de la Iglesia. 1226-1274
Tomás de Aquino descubrió que la profesión que le dictaba su corazón, era la de querer vivir una comprensión y glorificación de Dios a través de la ciencia. Por esta razón se incorporó a la Orden de Santo Domingo, en Nápoles, a los dieciocho años. Nuestro santo jamás olvidó, durante sus investigaciones, la grandeza y elevación del mundo sobrenatural, muy por encima de cualquier comprensión de la mente humana.
El cuerpo tenía que darse por satisfecho diariamente con unas pocas horas de sueño y con una sola comida, para que el espíritu pudiera elevarse más libremente. Las primeras discusiones comprobaron con qué claridad, con qué erudición, con qué asombrosa perspicacia era capaz, este religioso, de separar la verdad del error.
Cuando en el año 1248 Alberto Magno regresó de París, no titubeó en dejar participar a Tomás como asistente en sus actividades docentes.
Apenas había cruzado Tomás de Aquino las puertas de la carrera científica, cuando subió inmediatamente, en marcha triunfal incontenible, por sus méritos, a metas cada vez más elevadas. No solamente en Colonia, sino que muy pronto en toda Europa, se pronunciaba su nombre con respetuosa admiración. En 1252 comenzó a pronunciar sus conferencias en la Universidad de París y en 1257 fue nombrado catedrático titular; a principios de 1260 lo llamó el Papa a su corte para que presentara el interés de la Iglesia romana en las negociaciones de unión, con el emperador griego y en el otoño de 1265, aceptó la dirección de la Escuela Religiosa en Roma Con esto pareció haber llevado su tarea al punto culminante, y, en efecto, produjo su obra más completa y magnífica, la "Suma Teológica", precedida por la "Suma Filosófica" y la explicación del Evangelio, "Cadena de oro".
En estas obras se levantaba, piedra sobre piedra, la milenaria construcción gótica del pensamiento católico. La tensión entre fe y conocimiento, que tan a menudo ha precipitado a los genios a la noche del error, había sido resuelta en este sistema. Un método totalmente nuevo, basado en la filosofía de Aristóteles, alcanzó aquí vida y forma. El concepto católico del mundo jamás había sido presentado, hasta entonces, con tanta lucidez, claridad y convicción, hasta en los últimos detalles.
Se relata que Tomás estaba tan imbuido en su trabajo, que se olvidaba frecuentemente de tomar alimento; de tal manera que la Orden le tuvo que designar un hermano para cuidar de él. Se relata, asimismo, cómo aun en medio del bullicio de un banquete, en la corte real, se ensimismaba en sus meditaciones teológicas y cómo les costaba trabajo a tres secretarios o escribientes seguir su dictado.
Esta aplicación inmensa junto con sus mejores ideas y sus impulsos, los recibió durante la oración humilde hacia el Padre de toda sabiduría. Con la oración comenzaba su jornada diaria y se arrodillaba a orar, cuantas veces se encontraba ante una dificultad aparentemente insoluble.
Se siente el calor y la fuerza de su fe en los himnos eucarísticos que compuso por sugerencia de Urbano IV para la fiesta de Corpus Christi.
El que no toma en cuenta estos himnos: el jubiloso "lauda Sión , el "Adoro te devote", llenos de amor ardiente, y el majestuoso Pange Lingua", no conoce enteramente a Tomás de Aquino. Es la canción lanzada al cielo por el sembrador, la canción que él debe cantar, porque si no, le estallaría el corazón lleno de felicidad y de agradecimiento.
No es difícil comprender que un hombre capaz de cantar tales himnos, no estuviera impresionado ni por los conflictos de este mundo, ni por el elogio de los poderosos. Así como Tomás soportó los ataques malévolos y envidiosos de la Universidad de París, al principio de su carrera científica, de igual manera, renunció, más tarde, al arzobispado de Nápoles y al cardenalato que el papa le ofreció. A pesar de su fama mundial, siguió siendo un monje mendicante sencillo, modesto y muy bondadoso, que regalaba el paño destinado para su abrigo a algún necesitado.
En la primavera del año 1274 se preparó, por petición del Papa y a pesar de su estado enfermizo, a participar en el Concilio de Lyon, pero no llegó lejos; absorto en la meditación, tropezó violentamente con un árbol cortado y fue llevado por sus hermanos al monasterio de los cistercienses en Fossanova, donde falleció en la madrugada del 7 de marzo de 1274.
La Iglesia perdió al "Doctor angelicus", al Maestro Angelical, pero no perdió el fruto de sus oraciones y de sus gracias: su obra gigantesca, la "Suma", que llegó a ser la verdadera síntesis del razonamiento basado en la fe.
Las universidades católicas, la juventud que cursa enseñanza superior y los comerciantes de libros, veneran a Tomás de Aquino como su patrono.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios nuestro, que hiciste de Tomas de Aquino un hombre admirable por su anhelo de Santidad y su dedicación a las ciencias sagradas; ayúdanos a comprender su doctrina y a imitar sus ejemplos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
"Muchos naufragios en la fe y en la vida consagrada, pasados y recientes, y muchas situaciones actuales de angustia y perplejidad, tienen en su origen una crisis de naturaleza filosófica. Es necesario cuidar con extrema seriedad la propia formación cultural. El Concilio Vaticano II ha insistido en la necesidad de tener siempre a santo Tomás de Aquino como maestro y doctor, porque sólo a la luz y sobre la base de la 'filosofía perenne', se puede construir el edificio tan lógico y exigente de la doctrina cristiana". Juan Pablo II, Discurso a los Sacerdotes en la parroquia de San Pío v, 28 de octubre de 1979.
Santo Tomás de Aquino - Biografía
31: SAN JUAN BOSCO, 1815-1888
Desde niño, Juan Bosco rompió moldes en la santidad. Una verdadera personalidad que demuestra que la gracia de Dios no disminuye ni obstruye la naturaleza, sino al contrario, la levanta y perfecciona.
Juanito, siendo un niño de muy escasos recursos, aceptaba cualquier trabajo humilde para pagar sus estudios; pero nunca pensó sólo en su carrera, sino que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, sobre todo, a los muchachos que andan abandonados en la calle. Por ellos y para ellos, cantaba, jugaba, aprendía trucos de prestidigitación y con frecuencia los invitaba al templo parroquial, para rezar todos juntos.
A los 20 años de edad entró en el Seminario de Chieri y fue ordenado sacerdote en 1841. Desde el principio de su trabajo sacerdotal, buscó a los marginados, presos, enfermos, soldados y en particular a los muchachos abandonados de Turín. Su principio espiritual era: "El demonio nunca descansa para hacer daño a las almas; por eso tampoco yo puedo descansar en mi obra de salvación".
Su método era: a través de la confianza, establecer un orden libremente aceptado por los muchachos, evitarles las ocasiones y las compañías malas, creando alrededor de ellos un ambiente de sana alegría.
Los muchachos aceptaron al padre, su regla de vida y lo amaron con verdadera gratitud. Sin medios económicos, Juan Bosco consiguió levantar hospicios, talleres y la construcción de un templo en honor de la santísima Virgen.
No se le comprendió, al principio, en su apostolado. Algunos prelados de Turín trataron de llevarlo en una carroza hasta el manicomio. El ingenio de nuestro santo logró dar una buena lección a aquellos eclesiásticos, puesto que escapó de la carroza, que llegó al manicomio sin él. Jamás dudaron, en adelante, de la integridad de sus cualidades mentales.
La idea de fundar una Congregación para el cuidado espiritual y material de los muchachos, finalmente fue aceptada por el papa Pío IX, en 1858.
Por la prudente dirección de san Juan Bosco, las escuelas y seminarios obtuvieron tanto éxito que, durante la vida del santo, surgieron unas 2,500 vocaciones sacerdotales y la fundación de una Congregación de "Hermanas de María Auxiliadora". También promovió las vocaciones tardías para el sacerdocio en el mundo obrero.
En el conflicto entre Estado e Iglesia, nuestro santo atacó, con valor, la intención de la masonería de suprimir toda la obra educacional católica y excluir a la Iglesia de la vida pública de la nación. El santo enseñó que esa actitud discriminatoria era una clara violación de los derechos divinos y humanos. Hasta los ateos lo respetaron por su sinceridad, por su entrega noble a la causa de los más pobres y por su pobreza personal. Así pudo, por algunos años, actuar co-mo intermediario confidencial entre gobierno e Iglesia.
Murió el 31 de enero de 1888 y con él se cumplió lo que él mismo había previsto: "Quien muere en el campo del trabajo, atrae cien más que lo reemplacen".
En el año de la muerte del fundador, los salesianos contaban ya con 200 casas religiosas, en la cuales atendían a un total de 2,000 alumnos.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en la persona de san Juan Bosco otorgaste a la juventud un padre y un maestra, enciende nuestro corazón con el mismo amor con que encendiste el suyo, para que en la entrega total a los demás, busquemos servirte sólo a tí. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
"¿Qué significa ser un gran educador? Significa, ante todo, ser un hombre que "comprende" a los jóvenes. Y, en efecto, sabemos que Don Bosco tenía una especial intuición del alma juvenil; siempre se hallaba dispuesto y atento para escuchar y comprender a los numerosos jóvenes que acudían a él en el centro juvenil de Valdocco y en el santuario de María Auxilia-dora. Pero hay que añadir enseguida, que el motivo de esta peculiar profundidad en 'compren-der' a los jóvenes fue que los 'amaba' no menos profundamente. Comprender y amar: he aquí la insuperable fórmula pedagógica de Don Bosco". Juan Pablo II Discurso a los jóvenes en Turín, 13 abril, 1980.